¿Y sin un día unos espalderos decidieran, unilateralmente, que no se puede cubrir el día a día del Palacio Nacional y expulsaran a empujones y arrastraran fuera a todos los reporteros?
¿Y si un día esos mismos hombres, amparándose en la impunidad que dan las relaciones con el poder, prohibieran hacer fotos y golpearan a todos los camarógrafos y fotógrafos que cubren el Congreso Nacional?
¿Y si un día unos espalderos arrogantes amenazaran con pistolas a los cronistas deportivos que se dispusieran a cubrir un juego Águilas contra Licey en el estadio Cibao?
¿Y sin un día unos ‘ningunos’ perversos decretaran, desde el podium de la arbitrariedad, que está prohibido hacer fotos o hablar con las madres de las víctimas de una huelga?
¿Y si un día unos porteros indolentes de un hospital, empujan a las reporteras de salud que tratan de conseguir una información sobre un brote epidemiológico?
¿Y si un día unos espalderos empujan fuertemente contra una pared a unas periodistas de sociales que se acercaron ‘demasiado’ para pedirle el nombre a una dama?
¿Y si un día seres serviles persiguieran y entraran en casa de unas periodistas por investigar la vida de un senador acusado de corrupción?
¿Y si un día unos individuos atrevidos golpearan a un reportero por hacer su labor en las afueras de un consulado?
¿Y si un día el Presidente del país empieza a llamar cortésmente a los directores de medio cada vez que surja un tema polémico?
¿Y si un día unos espalderos llegaran en la noche a la redacción de un periódico y le pidieran ‘cortésmente’ al director que los acompañe porque el 'jefe' o 'el número uno' necesita hacerle unas preguntas?
¿Y si un día lo que le sucedió a Vianco Martínez me pasa a mí o a ti?
¿Y si un día nos damos cuenta de que nuestras libretas, nuestras cámaras y nuestras grabadoras no nos hacen inmunes?
¿Y si te digo que ese día va llegando con sutileza? ¿Y si te digo que todos esos agravios podrían pasar silenciosos si no los contamos?
El atropello y la desconsideración que cometieron los espalderos de Saymond Díaz contra Vianco Martínez fue un intento de poner de rodillas al ejercicio del periodismo dominicano. Pero no lograron ni lo lograrán jamás. Harán falta otras fuerzas distintas a las de la complicidad para humillar a un periodismo que ha decidio estar de pie.
¿Y si un día nos damos cuenta de que nuestras libretas, nuestras cámaras y nuestras grabadoras no nos hacen inmunes?
¿Y si te digo que ese día va llegando con sutileza? ¿Y si te digo que todos esos agravios podrían pasar silenciosos si no los contamos?
El atropello y la desconsideración que cometieron los espalderos de Saymond Díaz contra Vianco Martínez fue un intento de poner de rodillas al ejercicio del periodismo dominicano. Pero no lograron ni lo lograrán jamás. Harán falta otras fuerzas distintas a las de la complicidad para humillar a un periodismo que ha decidio estar de pie.
Entre los serios nadie se arrodilla. Los periodistas y trabajadores que no tenemos precio estamos unidos para que nunca jamás unos ningunos con poder abusen y vilipendien a uno de nosotros.
¿Y sin un día unos espalderos, arbitrarios y malévolos, descubrieran junto a quienes los amparan que hacen falta otros poderes por inventar para acallar los abusos contra la sociedad y contra los periodistas?
*Este artículo es el segundo de una serie que haremos en este blog, a manera de conteo regresivo hasta el 23 de agosto cuando se cumple un año del atropello contra Vianco Martínez. Esta es nuestra forma de protesta contra el silencio de la justicia ¿o debemos decir la justicia del silencio? El primero de estos textos lo hizo Edwin Ruiz y está aquí con el título Los hilos del poder y la agresión contra Vianco Martínez
**Lissette Rojas es periodista de revista del Semanario Clave.
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